Posted by Literatura y teatro at 8:07
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Por: Jonathan Minchala
No soy un simple librero
(...) Acojo, simplemente, junto a mí, el mayor número posible de esos desdichados que se debaten en el oscuro fondo de los libros.
(El librero)
En este cuento surge de nuevo la gran ironía de Julio Garmendia. Este cuento retrata a un librero que busca cuidar con urgencia a los personajes de los libros y anima a su comprador a hacer lo mismo.
El librero se identifica a tal punto
con las criaturas literarias que llega a difuminar las fronteras entre realidady ficción. Parecería que la realidad está tomando la verdad de la ficción. Esto
se lo puede notar al comienzo del cuento cuando el narrador dice que:
“no sabría decir a punto fijo si los
estantes y los libros habían acabado por cobrar aspecto de antañones muros, o
si los muros habrían tomado algo de los gastados y releídos libros.”
Al preocuparse tantos por esos
personajes " ficticios", (embarazadas abandonas, víctimas del hambre,
ancianos olvidados en casas de retiros) ironiza a los personajes de los cuentos
realistas. El protagonista piensa en decirle.
“hay ya bastantes desventuras que
aliviaren el mundo, antes que las fingidas, que sólo existen en los
libros.”
Mostrándole que aunque les parezca tan
real siguen siendo ficción y que no se debe perder el tiempo preocupándose por
personajes de ficción tratándolos como si fueran reales, cuando en el mundo
real hay tantos problemas.
Al terminar el cuento el protagonista
queda perplejo por la abrumadora preocupación del librero por los personajes.
Cuando ya parecía que no podía refutarle, el librero se va caminando por
las estanterías de los libros y desaparece en unos estantes con
el rotulo de “humorísticos” resaltando aun más la burla, dejando en duda
que posiblemente el librero era un personaje de algún escrito humorístico.
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