Posted by Literatura y teatro at 11:12
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Por: Jonathan Minchala


Por ti el silencio de la selva umbrosa,
por ti la esquividad y apartamiento
del solitario monte me agradaba;
por ti la verde hierba, el fresco viento,
el blanco lirio y colorada rosa
y dulce primavera deseaba.
¡Ay, cuánto me engañaba! …
…Corrientes aguas, puras, cristalinas,
árboles que os estáis mirando en ellas,
verde prado, de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
hiedra que por los árboles caminas,
torciendo el paso por su verde seno:
yo me vi tan ajeno
del grave mal que siento,
que de puro contento
con vuestra soledad me recreaba,
donde con dulce sueño reposaba,
o con el pensamiento discurría
por donde no hallaba
sino memorias llenas de alegría.
Y en este mismo valle, donde agora
me entristezco y me canso, en el reposo
estuve ya contento y descansado.
En esta égloga utiliza el locus amenus para dar a conocer sus sentimientos y la naturaleza es participe de esto. Garcilaso intercambia los sentimientos de los pastores con las descripciones físicas del lugar. La voz lirica recrea un lugar apropiado para la “soledad”, para el “dulce sueño”, y para “recordar memorias llenas de alegrías”
En esta égloga, parafraseando a Shakespeare, podemos decir que es el lugar ideal donde los sentimientos pueden ser libremente explorados.
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